que enfebrecen la boca sedienta.
Caricias temblorosas que dibujan el mapa sinuoso del cuerpo
encendiendo cada milímetro de piel
como antorcha nocturna.
Susurros al oído
que hacen palpitar los sentidos.
Miradas lascivas que aumentan la adrenalina
a niveles insospechados.
Latidos acelerados
de un corazón que percibe infinitas sensaciones.
El pensamiento descansa
para que las neuronas sientan.
Y cuando los cuerpos se unen
ya no son dos sino uno
conectados simplemente, sin espacio ni tiempo
en una simbiosos perfecta
de alma, corazón y cuerpo