Un haz de luz lo trajo un día.
Sus labios destilaban dulzura
y sus ojos destellaban como tizones encendidos.
Sus brazos alados me rodearon con ternura infinita.
Su voz era un trueno ensordecedor
que me hacía vibrar el alma.
Él trajo la paz que no tenía,
la compañía que faltaba,
una sonrisa olvidada,
una esperanza perdida y
una palabra callada.
Un haz de luz trajo a mi angel.
Sus besos me mojaron la piel
y me saciaron el alma.
Su mirada estremeció mi cuerpo
y aceleró la sangre en el cauce de mis venas.
Su abrazo, largamente soñado,
contuvo el galope de mi corazón ilusionado.
Sus palabras, como remanso de agua clara
se derramó en mi vida y me devolvió la calma.
Un haz de luz lo trajo un día.
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